martes, 15 de marzo de 2011

De pasatiempos de la abuela... y ahora míos

Este es el segundo rompecabezas --de mi recién iniciada colección-- que he terminado: una panorámica de la ciudad de Nueva York. 
 Del primero no tengo foto. Ya habrá una cuando vuelva a armarlo... y por acá se las comparto.

Éste acabo de terminarlo hace un par de semanas.

El mismo que recién terminé: una calle transitada de Lisboa, Portugal

Mi abuela tenía dos pasatiempos: leer novelas policiacas y armar rompecabezas. No recuerdo un solo instante de mi infancia sin los rompecabezas de Memé. Todas las tardes, después de la comida, se ponía a buscar pieza por pieza hasta encontrar la adecuada. Y se podía pasar horas enteras enfrascada en su búsqueda. Generalmente mi hermano y yo la ayudábamos un poco, y si teníamos la suerte de poner una pieza en su lugar, nos hacía gran fiesta animándonos a seguir. Debo confesar que al principio me parecía aburridísimo, una pérdida de tiempo, pues. Sin embargo, con el tiempo fui tomándole gusto y luego solíamos pasar tardes enteras armando paisajes campiranos y grandes ciudades. Claro que mi contribución siempre era pequeña comparada con la de ella. Aun así, lo importante era compartir esas horas juntas, sin preocuparnos por las tareas y los pleitos entre hermanos. 
Pero una crece, y de pronto ya no tiene tiempo para armar rompecabezas con la abuela, o para escuchar música con el abuelo. Otros intereses aparecen y sin que una se dé cuenta, ya han pasado años, una es adulta, con una familia propia, y apenas con tiempo para visitar a los abuelos. El curso normal de la vida, supongo.
Mi abuela murió el 28 de enero de 1993. Hace 18 años que no está con nosotros físicamente y, como dice mi mamá, no pasa un día sin que piense en ella.
Lo que son las cosas: hace poco, haciendo limpieza de clósets en casa, encontré uno de sus rompecabezas. Y me dije: ¿Podré armar uno yo sola? No pude resistirme: preparé un lugar en la mesa del comedor, saqué las 1500 piezas del rompecabezas y, como mi abuela lo hacía, empecé armando las orillas hasta formar el marco. De ahí todo se fue dando naturalmente. Y sin pensármelo mucho, lo terminé. Cuando puse la última pieza me sentí aún más cerca de mi abuela.
Ahora he empezado mi propia colección. Apenas llevo tres rompecabezas armados, e intento comprar uno por mes, así que ya les estaré compartiendo los nuevos, una vez que los termine.
Y créanme, cada vez que me pongo frente a esas miles de piezas y la imagen comienza a tomar forma, a medida que las piezas se unen, estoy segura de que mi abuela, mi Memé, sigue aquí, compartiendo conmigo las tardes.
Y por acá nos seguimos leyendo.
Keep in touch...

No hay comentarios: